sábado, 16 de enero de 2010

Apuntes de viaje por las sierras cordobesas

Noche en Río Cuarto
Un hotel en el que todo recuerda la casa de los abuelos:el piso granítico, los muebles sólidos de madera, el olor a quien sabe qué, el patio central con las mismas plantas en maceta subiendo enroscadas en tutores hacia la misma luz tranquila y triste, la luz que filtran las cortinas, las cortinas.Diría lo mismo que uno dice al contar algunos sueños: todo era como la casa de mis abuelos pero era diferente.Es posible que no haya nadie más que nosotros.Silencio hecho de ecos, se oye una mujer limpiando y perros a lo lejos. Más tarde, unas pocas personas paran en el hotel.La recepcionista es una mujer mayor a la que uno no sabría qué edad darle, su voz amable con un suave canto cordobés parece la de alguien mucho más joven.

Carteles en la ruta
A la salida de Río Cuarto una casa de sepelios dictamina en un cartel gigante "20 años es mucho" (y debajo las fechas del aniversario de esta empresa a la que parece gustarle el humor negro).
En San Luis los carteles anuncian "Wi fi gratis a 5 km".

Primer día en Las Rabonas

Bien arriba en la sierra, dominando la vista del valle desde la terraza, está la cabaña.Calor, olores nuevos y el contraste entre el territorio imaginado y el encontrado.
Se habla menos, las frases quedan flotando en el aire unos segundos y se pierden. Importa más el cielo y la amplitud de la vista.De vez en cuando, alguien llama la atención sobre algún pájaro, se hace el intnto de nombrarlo tentativamente como para no perderlo.
La alegría de las pequeñas flores serranas de colores intensos.

Segundo día
La paz y con el calor algo de aburrimiento.¿Dónde está el arroyo? Hay un pequeño caudal de agua que al principio no satisface mis exigencias. Más tarde reconozco su belleza, me refresco los pies y la cara y ya soy feliz.La noche devuelve la vida.Insectos y relámpagos.Una tormenta con viento y granizo de energizante violencia.

Tercer día
Después de la lluvia, primero fue oir el agua como una promesa y más tarde el descubrimiento feliz del agua entre las piedras cayendo interminable en medio de cortaderas y plantas espinosas. Un arroyo más grande que corría paralelo al que primero mostró su belleza.

Por las mañanas,pájaros y gallos.Por las noches, luciérnagas enormes cruzando la oscuridad como faroles chinos.

Los pies son los primeros en adaptarse a las subidas, a las bajadas, a las piedras, al frío del agua.Después el cuerpo los sigue y se deja llevar por el recuerdo de la destreza animal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario