Lo hemos puesto en el estante junto a los recuerdos de Mar del Plata.El tiempo lo ha cubierto un poco de polvo. Mientras tanto, seguimos contemplando con devoción
sus ojos de vidrio.A veces, según le dé la luz del sol, parece cambiar la expresión que supimos darle y entonces nos invade una mezcla de temor y esperanza.
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