martes, 16 de marzo de 2010

La bala que lo atravesó, la sangre ya seca, el cuerpo en paz.Las campanas que nunca sonarán, el desierto, el cactus que proyectará su sombra en la mano, la mano sobre la tierra infinita que lo acoge, el polvo que poco a poco lo irá cubriendo.El gesto que ya no alcanza a nadie, que ya no es gesto.El aire caliente que se llenará de gritos de aves dibujando círculos en el espacio: uno más grande recortándose en el azul límpido, otro más pequeño yuxtapuesto y otro igual al primero pero más bajo.Las aves girando toda la tarde.El perfil de un ala, de unas garras que descienden , de un montón de picos, el sol que cae.La mano rígida, seca y azul.El cuerpo abierto, despedazado. El rostro descarnado, irreconocible.Un trozo de camisa que se aleja con el viento y que rodará hasta quedar enganchado en un arbusto espinoso. El olor que se disuelve en el frío de la noche para resurgir en el lugar menos esperado desafiando las risas que lo rodean y la suya propia, entremezclandose con los perfumes y la música.Un olor que no puede sacarse del cuerpo, que lo separa, que lo marca y que sin embargo nadie más siente. El sonido de los pasos tambaleantes, desesperados hacia la puerta. La noche que recibe fresca al hombre que nunca llorará, que ahora mira sus manos como si no le pertenecieran, absurdamente culpables.Y los dedos que buscan el rostro para calmarlo, la caricia que nunca llega, la cara que la rechaza y se petrifica en la expresión que conservará toda su vida

1 comentario:

  1. buenisimo!! me encanto!
    " La noche que recibe fresca al hombre que nunca llorará, que ahora mira sus manos como si no le pertenecieran, absurdamente culpables.Y los dedos que buscan el rostro para calmarlo, la caricia que nunca llega, la cara que la rechaza y se petrifica en la expresión que conservará toda su vida "
    segui ...
    maca

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