Al colectivo sube un hombre con un Cristo estampado en la remera. La imagen ocupa toda la tela. Impacta. Sobre todo los ojos. Y sobre la remera un rosario de cuentas de madera. Siento que es demasiado, que desborda hacia afuera. Me pregunto por el hombre hacia adentro pero no puedo verlo, la imagen invade. Otros pasajeros: una chica rubia que se sienta al lado mío, una vieja con pañuelo a la cabeza, anteojos inmensos y pollera sucia, "le falta la escoba" dicen atrás.
Me embarco enseguida. Yo y tres chicos. Alegría.Descenso. La isla huele a ligustro. Hay también madreselvas, flores amarillas y violetas: lo que soy capaz de nombrar. Me interno por un camino, me pregunto si será posible dar la vuelta a la isla. Camino. El tiempo escandido por el ir y venir de la lancha. La conciencia de lo que fluye alrededor: el agua, el viento. La isla es una referencia, un lugar donde pararse. La tierra encharcada es el río que amenaza con diluirla. Pero sigue ahí. El camino se corta, tomo el que va a la costa. Peces muertos. Viento y basura en la orilla, tristeza. Prefiero estar adentro pero no hay ya adónde ir. En las casas cuelgan macetas insólitas: cascos, pavas. Y se mezclan las gallinas con los perros, un caballo las agita. De nuevo en el camino verde. Me meto entre las plantas. Es lindo mear al aire libre. Liberada, me quedo un rato ahí, escuchando. Vuelvo a esperar la lancha. Me gusta estar entre esta gente aunque no pertenezco , me gustan los niños pescadores. En la espera se sigue pescando. Veo cortar la carne con una familiaridad que se me vuelve extraña. La muerte ahí, el alimento, Cristo. Descubro que en el reverso del boleto hay impresas unas frases del Tao Te King: hablan de vaciar para que algo pueda ser llenado. Probablemente no las haya leído nadie más que yo porque en la lancha pasa el chico pidiendo los boletos. Pasan a fomar parte de un bollo de papelitos en su mano. Pienso que es una forma de vaciarme.
Uno no queda igual después de andar en lancha. La lancha nos deshace. Sólo la conciencia de las orillas, del viento, de los marcos de las ventanas, del bamboleo , del ruido del motor. Stella Maris, Azul, Privado, Miel, Camping, La estrella negra. El nene que está al lado mío se fascina con el reflejo de la ventana recogida en el techo, quiere tocarla. Llegamos. Me gustan los hombres que andan así, con la agilidad del que controla la subida y la bajada de los pasajeros en la lancha. Me tomo el colectivo del lado equivocado pero llego igual. Al final todo da vuelta en círculos.Suben la chica rubia y la señora de beige que viajaron a la ida. Llego como si nada, como si hoy no hubira ido a una isla.
Salgo a cazar descalza por los bosques o soy alcanzada por sigilosos cazadores o vuelvo de un sueño con una presa desconocida en las manos
lunes, 22 de noviembre de 2010
viernes, 19 de noviembre de 2010
miércoles, 3 de noviembre de 2010
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